Lo bajos salarios que reciben de sus empleadores, que apenas les alcanza para comer los primeros quince días del mes, han provocado el saqueo constante de los recursos propiedad del Estado; no solamente se ha perdido el criterio de propiedad, sino que ha servido para malograr valores necesarios para que una sociedad avance hacia un estadio superior, se ha perdido el respeto a la propiedad estatal. En los sistemas capitalistas democráticos generalmente son los dirigentes los que se apropian de los recursos del Estado, en el nuestro es habitual que lo haga cualquiera.
Tal estado de las cosas en Cuba no solamente afecta los valores relacionados con el respeto a la propiedad ajena, sino que veo el daño mucho más allá, se ha perdido el respeto al Estado y el aprecio a la independencia nacional. El daño, que el amo del sistema económico y político actual en Cuba, le está haciendo al pueblo cubano traspasa los límites de la independencia nacional. No permitir que el cubano pueda crear sus propias empresas individuales desarrollándolas sin límites, y el deterioro constante de las empresas estatales con tecnologías obsoletas e improductivas pudiera dar al traste en un futuro con la tatareada independencia nacional. Le recuerdo al régimen cubano que el sentido de la nación surgió con el modo capitalista de producción, que la independencia cubana se podrá conservar siempre y cuando los cubanos podamos participar libremente en todas las decisiones políticas y económicas del país. No realizar reformas a tiempo podría entregar el país en bandeja al mejor postor y lo peor de todo, el cubano de adentro no tendrá dinero, valores morales y poder para hacerle frente a la invasión de capital extranjero que se avecina.